Una reflexión en torno a Ann Elizabeth Moore y Carolyn Moore Layton

Estudiante de la licenciatura en Historia por la Universidad de Guanajuato.
Profesor de Náhuatl Clásico en el departamento de Historia de la Universidad de Guanajuato.

En la Historia se suele hablar de “villanos”, algo que puede resultar bastante comprensible, pues se ha tomado casi como una costumbre concebir el mundo entre “buenos” y “malos”. Consideremos algunos ejemplos (esto tomado de la historia de México). No es lo mismo hablar de Hidalgo o Juárez, que de Porfirio Díaz o Santa Ana. El historiador michoacano Luis González y González califica esto como “Historia de Bronce” y, tristemente, es la que rige mayoritariamente en los libros de texto de educación básica (ignoro si sea de igual manera en la educación en los Estados Unidos).

En todo esto, no puedo mostrarme de acuerdo. Es cierto que del proceder de figuras históricas se puede tomar alguna lección útil (qué hacer y qué no hacer, y esto en términos muy básicos) pero al momento de colocarlos sobre un altar o en el infierno, estamos cometiendo un terrible error, pues eso sólo los deshumaniza.

El Historiador (perspectiva desde la cual estoy escribiendo) es, a palabras de Marc Bloch, “el ogro de la leyenda. Ahí donde olfatea carne humana, ahí sabe que está su presa”. Pero el ser humano tiene comportamientos tan difíciles de predecir, que vuelve totalmente invalida la concepción de una historia cíclica, es decir, aquella que dicta que todos los eventos de la historia se repiten.

Tomando en cuenta lo antes dicho sobre el comportamiento humano, se debe aunar que a cada acontecimiento histórico, cada acción por parte de los participantes del mismo, fue influenciada por un contexto en particular. Imaginemos que hacemos un análisis de un texto del siglo XVI procedente de la Nueva España. Antes debemos de considerar lo básico: ¿Quién lo escribió? ¿Por qué? ¿A quién va dirigido? Y en otros aspectos más profundos ¿Qué concepción tenía el autor sobre el mundo que lo rodeaba y de dónde era? En otro ejemplo: la quema de códices a lo largo del siglo XVI sigue causando dolor hoy en día, pero visto desde una perspectiva objetiva, no podemos culpar a los religiosos de entonces por haber hecho algo que ellos consideraban correcto.

Hace poco más de un año conocí sobre la tragedia de Jonestown y, debo admitirlo en aras de la verdad, me impactó bastante, especialmente tras ver las fotografías del suceso, así como el audio “Q042”. El tema giró alrededor de mi cabeza por semanas, siempre preguntándome el por qué ocurrió-como pregunta central- y eso me llevó a varios videos en la web, así como páginas amarillistas donde se llegaba a hablar de teorías conspirativas. Finalmente accedí a la página del Instituto Jonestown donde, a diferencia de otros sitios de la web, ofrece todo un corpus documental, incluyendo fuentes primarias, artículos, reflexiones personales, fotografías, etc. Una página que cumple bastante bien su objetivo de ofrecer distintas perspectivas sobre el caso Jonestown.

Conforme fui adentrándome en la página web, fui adquiriendo un mayor interés en darle una difusión más amplia al tema-esto tras darme cuenta de lo poco que se sabe entre castellano hablantes. Para tal propósito, traduje la última carta de Ann Elizabeth Moore, tras lo cual contacte a la Dra. Rebecca Moore y le envié el trabajo, así como solicitar el permiso de poderla utilizar en proyectos futuros. Recibí al poco su respuesta, no sólo accediendo a su uso, sino también solicitando mi permiso para publicarla en la página web del Instituto. Por supuesto que acepté y a partir de aquel momento, me interesé más por traducir otros documentos (labor que no se ha detenido).

Entre las traducciones en las cuales me encuentro trabajando, está la correspondencia de Ann Elizabeth Moore y Carolyn Moore Layton. Me llama mucho la atención como la Dra. Rebecca Moore, en una reflexión en torno de su hermana Ann Moore, escribió “Mi hermana Annie puede ser representada como una de las villanas” ¿Puede ser realmente así? Ya aclaré que no apoyo el uso de estos adjetivos en la historia y eso me llevó a escribir esta breve reflexión, más que personal, apegándome a la labor del historiador.

Conforme he leído las cartas, tanto de Ann Moore, como de Carolyn Moore, las he llegado a concebir como dos mujeres que eran parte de la época en que les tocó vivir. Ann, como una joven entusiasta, deseosa de cambiar al mundo-como gran parte de nosotros alguna vez fuimos en nuestra juventud- y cada vez me cuesta más creer que su vida terminó de una forma trágica, y más al estar tan involucrada en el acto en si. Su misma muerte ha causado dudas pues fue una de los dos personas en morir por disparo de arma de fuego (la otra persona fue Jim Jones), aunque, al reflexionar sobre esto con un colega llamado Francisco Javier Guerrero Ramírez, tras leer el informe de autopsia, parece improbable que ella misma se haya disparado, pues el ángulo del disparo indica una posición bastante difícil para haber sido un suicidio. ¿Indicaría que se arrepintió y alguien tuvo que asesinarla? Además del disparo, se sabe que consumió cianuro, esto aunado a la carta que dejó antes de morir, da a pie a la teoría de que no se arrepintió de lo que hizo (tal vez alguien le disparó al verla agonizar, pero esto es mucha conjetura inexacta). De igual manera, siempre mostró una enorme emoción, no solamente por la Iglesia “El Templo del Pueblo”, sino también por la profesión que ejerció hasta el final de sus días, el de la enfermería, incluso antes de estudiar la carrera. En sus cartas se puede ver un fuerte entusiasmo cuando describe aspectos relacionados a la ciencia de la salud.

Sobre Carolyn Moore, la concibo (tan sólo a través de las cartas de su autoría que he tenido oportunidad de leer), como alguien políticamente activa. Con fuertes ideales en este ámbito y que supo posicionarse en un buen lugar entre el círculo personal de Jim Jones. Es bastante probable que su miedo, su actitud radical, fuese motivada por el contexto, es decir, un Estados Unidos envuelto en una guerra fría contra la Unión Soviética y que, por lo tanto, ideologías marxistas o comunistas, fuesen satanizadas por la opinión popular.

Otra preocupación presente en la mente de Carolyn Moore, es la educación a los niños y adolescentes presentes en Jonestown. Muestra un enorme entusiasmo en cuanto a la Filosofía Política, y temas relacionados. También se preocupa por describir la vida cotidiana, y aspectos que iban en mejora, en la comunidad de Jonestown.

Algo que llamó mi atención en torno a estas dos mujeres, fue el hecho de que, pese a ser en buena medida opuestas, lograron posicionarse en una alta jerarquía. A través de las cartas de Ann Moore, se puede ver que ella creía en el cristianismo y en los milagros de Jim Jones; mientras en Carolyn Moore, el tema central está muy alejado de aspectos religiosos. Este tipo de aspectos a considerar, dificultan las teorías conspirativas sobre un lavado de cerebro o simplemente acusar a todas las víctimas de fanáticos religiosos.

Con esta pequeña reflexión no pretendo decir nada nuevo, simplemente dar a conocer un poco de los aspectos que considero importantes. Tampoco pretendo justificar las acciones de estas dos mujeres, pero tampoco satanizarlas. Sólo invito a trabajar el tema bajo una distinta perspectiva ¿Cuál puede ser esta perspectiva? La de acercarnos a la historia de Jonestown a través de los individuos que la conformaron y, además de beneficiar futuras investigaciones, evitar que sus nombres, sus acciones, sus sueños e ilusiones, caigan en el olvido, lo cual es, a mi perspectiva, la verdadera muerte de un a persona.

Que descansen en paz y que no cesen las investigaciones en torno a esta tragedia.

 

Referencias

AUTOPSIA DE ANN ELIZABETH MOORE

Disponible en http://jonestown.sdsu.edu/wp-content/uploads/2013/10/AnnElizabethMoore.pdf

BLOCH, Marc

1996       Apología para la Historia o el Oficio de Historiador, Edición crítica preparada por Étienne Bloch, presentación a la edición en español por Carlos A. Aguirre Rojas, prefacio a la edición francesa por Jacques Le Goff, traducción por María Jiménez y Daniela Zaslavsky, Instituo Nacional de Antropología e Historia, Fondo de Cultura Económica, México.

GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, Luis

1998         “De la Múltiple Utilización de la Historia” en Historia ¿Para qué?, 17ª edición, editorial Siglo XXI, México. Disponible en https://teoriadelahistoria.wordpress.com/biblioteca/de-la-multiple-utilizacion-de-la-historia_luis-gonzalez-y-gonzalez/

MOORE, Rebecca

1986A     “Letters from Annie Moore”, extracto de The Jonestown Letters: Correspondence of the Moore Family 1970–1985, Edwin Mellen Press, Lewiston NY, disponible en http://jonestown.sdsu.edu/?page_id=14112

1986B     “Letters from Carolyn Moore Layton” extracto de The Jonestown Letters: Correspondence of the Moore Family 1970–1985, Edwin Mellen Press, Lewiston NY, disponible en http://jonestown.sdsu.edu/?page_id=13232

2012       “Annie: an enigma”, disponible en http://jonestown.sdsu.edu/?page_id=34305

SALMERÓN SANGUINÉS, Pedro

2012       Falsificadores de la Historia, periódico La Jornada, Sección Opinión, jueves 5 de abril del 2012, disponible en http://www.jornada.unam.mx/2012/04/05/opinion/014a1pol